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Tenyplo

2020

2020

Este es quizás el proyecto más ambicioso que ha desarrollado Fran Munyoz hasta la fecha, una propuesta videográfica concebida como una ópera dividida en cuatro actos y tres interludios. En él, vuelca todos sus intereses en busca de una obra de arte total, tocando todas las disciplinas artísticas a su alcance con tal de tratar las narrativas que se producen en una noche de fiesta. Las etapas de la fiesta se convierten aquí en una excusa para hablar de un abuso sexual, sufrido en primera persona, y su contexto, viajando por distintas fases: el deseo, la embriaguez, el éxtasis, la vulnerabilidad y el shock. Una noche loca con un mal desenlace que desmantela la identidad propia, conduciéndola hacia la confusión, la desafección y una intensa sensación de fracaso.

El escenario central es la discoteca, como espacio de ocio, evasión y esparcimiento. Se presenta como un templo de culto, una iglesia nocturna donde fieles feligres+s se entregan al arrobamiento y al arrebato. Este es el ambiente ideal para el desarrollo de una fantasía, con tintes de travestismo y teatralidad, que rebosa expectativas de gozo y disfrute que luego se truncan. Munyoz tantea el resurgir del tecno, con toda su dimensión cultural y estética, aunque su propuesta se desarrolla en los intersticios del pop más oscuro. Con estos ecos, crea una imagen potente y violenta en su inicio, que, progresivamente, a través de un ejercicio de performatividad visual, se dirige hacia el minimalismo. Para ello, se nutre del cómic, la música pop y el diseño gráfico de la Ruta del Bacalao.

Munyoz involucra a amig+s y conocid+s para que se adentren en el universo que propone, otorgándoles plena libertad creativa y que así contribuyan a un fin común. Colaboran, en la dirección de vídeo, Pablo Cañellas; en la composición musical, Pierre Dember; en la fotografía, Patricia Drama (Patricia Vargas); y en la coescritura de la letra, Ramón Lechado. El equipo graba en el teatro de la Casa Municipal de Cultura de Puerto de Sagunto, creando una atmósfera teatral, con el impulso de ocupar espacios y llenarlos de nociones queer. Todo se unifica bajo la dirección artística de Munyoz, quien persigue conseguir un cóctel molotov listo para ingerir en una copa de Martini. El resultado es un conjunto de vídeos que rozan la estética del videoclip.

Este trabajo articula, con poética visual y sonora, la complejidad de una experiencia vivida, transfigurando un relato íntimo en un testimonio artístico sobre el trauma, la resistencia y la identidad en la vida nocturna. De todo el proyecto, sólo se consiguen rodar, por falta de presupuesto, los dos primeros momentos: Tenyplo. Interludio Acto I (Vogue) y Tenyplo. Acto I (Showbar).


Este es quizás el proyecto más ambicioso que ha desarrollado Fran Munyoz hasta la fecha, una propuesta videográfica concebida como una ópera dividida en cuatro actos y tres interludios. En él, vuelca todos sus intereses en busca de una obra de arte total, tocando todas las disciplinas artísticas a su alcance con tal de tratar las narrativas que se producen en una noche de fiesta. Las etapas de la fiesta se convierten aquí en una excusa para hablar de un abuso sexual, sufrido en primera persona, y su contexto, viajando por distintas fases: el deseo, la embriaguez, el éxtasis, la vulnerabilidad y el shock. Una noche loca con un mal desenlace que desmantela la identidad propia, conduciéndola hacia la confusión, la desafección y una intensa sensación de fracaso.

El escenario central es la discoteca, como espacio de ocio, evasión y esparcimiento. Se presenta como un templo de culto, una iglesia nocturna donde fieles feligres+s se entregan al arrobamiento y al arrebato. Este es el ambiente ideal para el desarrollo de una fantasía, con tintes de travestismo y teatralidad, que rebosa expectativas de gozo y disfrute que luego se truncan. Munyoz tantea el resurgir del tecno, con toda su dimensión cultural y estética, aunque su propuesta se desarrolla en los intersticios del pop más oscuro. Con estos ecos, crea una imagen potente y violenta en su inicio, que, progresivamente, a través de un ejercicio de performatividad visual, se dirige hacia el minimalismo. Para ello, se nutre del cómic, la música pop y el diseño gráfico de la Ruta del Bacalao.

Munyoz involucra a amig+s y conocid+s para que se adentren en el universo que propone, otorgándoles plena libertad creativa y que así contribuyan a un fin común. Colaboran, en la dirección de vídeo, Pablo Cañellas; en la composición musical, Pierre Dember; en la fotografía, Patricia Drama (Patricia Vargas); y en la coescritura de la letra, Ramón Lechado. El equipo graba en el teatro de la Casa Municipal de Cultura de Puerto de Sagunto, creando una atmósfera teatral, con el impulso de ocupar espacios y llenarlos de nociones queer. Todo se unifica bajo la dirección artística de Munyoz, quien persigue conseguir un cóctel molotov listo para ingerir en una copa de Martini. El resultado es un conjunto de vídeos que rozan la estética del videoclip.

Este trabajo articula, con poética visual y sonora, la complejidad de una experiencia vivida, transfigurando un relato íntimo en un testimonio artístico sobre el trauma, la resistencia y la identidad en la vida nocturna. De todo el proyecto, sólo se consiguen rodar, por falta de presupuesto, los dos primeros momentos: Tenyplo. Interludio Acto I (Vogue) y Tenyplo. Acto I (Showbar).


Tenyplo
2020
Proyecto de videoarte.
Cartel.
Archivo Queer de Artistas Visuales. València, 1975-2024.
joaquín artime