Munyoz crea esta obra conceptual en la que sigue explorando la figura de la travesti. Se pregunta si el travestismo es una agresión al cuerpo, a fin de cuentas, la anatomía se somete a capas de maquillaje, pintura en los ojos, pegamento en cejas y pestañas, medias que aprietan, pelucas que sofocan, fajas que constriñen, y ropa interior que oculta y retuerce el sexo. Cada truco es bien recibido en aras de un resultado favorecedor, en una transformación íntima y personal que añade capas hasta lograr la imagen deseada. Una imagen que es ofrenda. Travestirse implica quitarse para luego ponerse en exceso, en una construcción escultórica del ser. Pero, ¿qué ocurre cuando la drag se desmonta? El cuerpo revela las marcas, los dolores, las lesiones. Estas consecuencias, al igual que el proceso, se ocultan.
En esta pieza, Munyoz emplea la plastilina, como cuerpo cárnico maleable. Sobre ella deposita distintos objetos –tacón, rímel, carmín, medias, faja, peluca, pestañas postizas– y los estampa con un rodillo. Los objetos dejan una huella amorfa, sin género ni identidad. Después, la envasa en un recipiente de aluminio y plástico, como una bandeja de carne lista para el consumo. Añade una etiqueta. Leemos un título en grande, “Vogue”. En una interpretación de una obra anterior, hace referencia a su pieza Tenyplo. Interludio Acto I (Vogue). De ahí que en los créditos refleje quiénes participaron en el proceso: Pierre Dember, Ramón Lechado. El cuerpo se hace objeto, y el objeto, imagen impresa, en un juego de transmutaciones drag.
Munyoz crea esta obra conceptual en la que sigue explorando la figura de la travesti. Se pregunta si el travestismo es una agresión al cuerpo, a fin de cuentas, la anatomía se somete a capas de maquillaje, pintura en los ojos, pegamento en cejas y pestañas, medias que aprietan, pelucas que sofocan, fajas que constriñen, y ropa interior que oculta y retuerce el sexo. Cada truco es bien recibido en aras de un resultado favorecedor, en una transformación íntima y personal que añade capas hasta lograr la imagen deseada. Una imagen que es ofrenda. Travestirse implica quitarse para luego ponerse en exceso, en una construcción escultórica del ser. Pero, ¿qué ocurre cuando la drag se desmonta? El cuerpo revela las marcas, los dolores, las lesiones. Estas consecuencias, al igual que el proceso, se ocultan.
En esta pieza, Munyoz emplea la plastilina, como cuerpo cárnico maleable. Sobre ella deposita distintos objetos –tacón, rímel, carmín, medias, faja, peluca, pestañas postizas– y los estampa con un rodillo. Los objetos dejan una huella amorfa, sin género ni identidad. Después, la envasa en un recipiente de aluminio y plástico, como una bandeja de carne lista para el consumo. Añade una etiqueta. Leemos un título en grande, “Vogue”. En una interpretación de una obra anterior, hace referencia a su pieza Tenyplo. Interludio Acto I (Vogue). De ahí que en los créditos refleje quiénes participaron en el proceso: Pierre Dember, Ramón Lechado. El cuerpo se hace objeto, y el objeto, imagen impresa, en un juego de transmutaciones drag.

