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Recubrimientos o Envolturas

1972-

1972-

Para Pepe Romero, la apariencia física es un instrumento para la acción. Escoge prendas de distintos tipos, géneros y colores para crear combinaciones imposibles que confrontan toda normalidad heteronormativa. Esta exploración comienza en el tardofranquismo, como un ejercicio de militancia beligerante. Como ejemplo, un día se pinta la mitad del cuerpo de blanco y la obra mitad de rojo. Se pone una camisa de lentejuelas, un impermeable de su madre y un sombrero. Al salir a la calle, genera una interrupción del flujo cotidiano, se convierte en el blanco de toda mirada, lo que entraña un riesgo que limita la frecuencia de sus intervenciones. Aun así, se viste de formas paradójicas para pasearse por la ciudad, solo o en compañía, con amig+s como Pepe Vives. Este es un gesto activista a favor de la libertad, en el que pone el cuerpo con todas las connotaciones y repercusiones que ello conlleva.

Al trasladarse a Barcelona, conoce a artistas como Ocaña, Camilo o La Felipa, con quienes da rienda suelta a este deambular por el espacio público con atuendos llamativos. En ocasiones, Romero adecúa la indumentaria a las festividades del calendario; en otras, genera una desconexión desconcertante, como al ir a comprar pan vestido de frac. Esta práctica se vuelve cada vez más habitual, diluyendo por completo las fronteras entre vida y arte. Al ser contratado como técnico de Rayos X en el Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, su superior le comenta que puede acudir vestido como desee siempre y cuando cumpla con sus tareas. Parte de su labor supone idear cada día un nuevo vestuario.

Cuando regresa a València en 1977, ya tiene plena consciencia de lo que hace y por qué lo hace. Juega con las posibilidades y las fechas señaladas, ofreciendo una versión inclasificable de composturas y portes. Al final del primer curso de la carrera de Bellas Artes, se transforma en hada madrina de la facultad. Para ello, se enrolla con metros y metros de papel higiénico, hasta parecer una gran bola. Se sitúa en el pasillo y permanece inmóvil durante 5 horas. Esta acción desconcierta a alumn+s y profesor+s. Al salirse del ritmo usual, algun+s piensan que ha perdido la cordura, gritan, tratan de sacarlo de su estado catatónico. A la quinta hora sin respuesta, el decano decide llamar a un taxi para que lo lleve con premura a un centro psiquiátrico. Entre varios lo cogen en peso y lo meten en el coche. Él se mantiene totalmente rígido, como una estatua. En cuanto el taxi arranca, Romero le pide al conductor, con suma amabilidad, que cambie de dirección y lo lleve a casa, asegurando que él se encuentra perfectamente. Esta experiencia refleja las maneras en las que Romero desestructura la percepción común, retando los patrones sociales y llevando al límite la incomodidad de lo inesperado.

En esta época, dedica tardes enteras a preparar sus looks. Un saco de correos lo convierte en falda. Cose una cuerda enrollada sobre sus prendas blancas. Usa cables eléctricos en lugar de cinturones. Una vez, se atavía con un mallot azul eléctrico y una bandera rojigualda como camiseta, para fusionar sobre sí mismo el conflicto entre blaverismo y catalanismo. Al verlo en clase, un profesor le comenta, “parece usted sacado de un cómic”. Esta apreciación incide en el humor paradójico que más le interesa, creando situaciones insólitas sin explicación. Sus acciones apenas están documentadas, pues se niega a su registro.

Ya como docente de la facultad, es invitado a dar una charla y un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP, Santander), del 13 al 17 de septiembre de 1999. Aterriza en Santander con unas altísimas plataformas negras y rojas con caras de demonio, una cazadora sintética de leopardo, unos pantalones de camuflaje, y una camisa y un sombrero rojos. Al llegar a la universidad, se encuentra con una intensa formalidad, las jornadas se inauguran con una conferencia de José Antonio Marina y la presencia de José María Aznar. Pese al contraste, Romero se pasea con marcada alegría.

Durante los años de enseñanza, es habitual que Romero llame la atención por su elegancia y la mezcla de cortes y formas, de estampados y colores, de estilos y géneros. En diciembre de 2017, en los actos de entrega que de las Medallas de San Carlos en la Facultad de Bellas Artes, se dirige al estrado junto a Salomé Cuesta, directora del Departamento de Escultura, para entregar un premio al Gremio Artesano de Artistas Falleros. En esta ocasión, Romero viste con guantes negros, una chaqueta de pata de gallo, un vestido cóctel, medias oscuras y zapatos de tacón bajo de color negro. Se acerca al micrófono y declara:

En primer lugar y a modo de introducción, quería señalar mi absoluta oposición a la jerarquía entre los géneros, mi atuendo no tiene nada que ver con el travestismo sino con mi desacuerdo con las normas impuestas por una sociedad heteronormativa basada en unas reglas y en un lenguaje que enmascaran una férrea jerarquía machista. / La elegancia siempre está asociada a clichés y a prejuicios. Nuestra apariencia sigue sus pautas y frente a ello, declaro estar totalmente en contra de esa cruel identidad que tantos desastres ha provocado (Romero, 2020).

 

Romero, Pepe (2020). S.t. España: Facebook. Recuperado de https://www.facebook.com/photo/?fbid=117205006854043&set=a.111219577452586&locale=es_ES (consultado el 20 de junio de 2024).


Para Pepe Romero, la apariencia física es un instrumento para la acción. Escoge prendas de distintos tipos, géneros y colores para crear combinaciones imposibles que confrontan toda normalidad heteronormativa. Esta exploración comienza en el tardofranquismo, como un ejercicio de militancia beligerante. Como ejemplo, un día se pinta la mitad del cuerpo de blanco y la obra mitad de rojo. Se pone una camisa de lentejuelas, un impermeable de su madre y un sombrero. Al salir a la calle, genera una interrupción del flujo cotidiano, se convierte en el blanco de toda mirada, lo que entraña un riesgo que limita la frecuencia de sus intervenciones. Aun así, se viste de formas paradójicas para pasearse por la ciudad, solo o en compañía, con amig+s como Pepe Vives. Este es un gesto activista a favor de la libertad, en el que pone el cuerpo con todas las connotaciones y repercusiones que ello conlleva.

Al trasladarse a Barcelona, conoce a artistas como Ocaña, Camilo o La Felipa, con quienes da rienda suelta a este deambular por el espacio público con atuendos llamativos. En ocasiones, Romero adecúa la indumentaria a las festividades del calendario; en otras, genera una desconexión desconcertante, como al ir a comprar pan vestido de frac. Esta práctica se vuelve cada vez más habitual, diluyendo por completo las fronteras entre vida y arte. Al ser contratado como técnico de Rayos X en el Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, su superior le comenta que puede acudir vestido como desee siempre y cuando cumpla con sus tareas. Parte de su labor supone idear cada día un nuevo vestuario.

Cuando regresa a València en 1977, ya tiene plena consciencia de lo que hace y por qué lo hace. Juega con las posibilidades y las fechas señaladas, ofreciendo una versión inclasificable de composturas y portes. Al final del primer curso de la carrera de Bellas Artes, se transforma en hada madrina de la facultad. Para ello, se enrolla con metros y metros de papel higiénico, hasta parecer una gran bola. Se sitúa en el pasillo y permanece inmóvil durante 5 horas. Esta acción desconcierta a alumn+s y profesor+s. Al salirse del ritmo usual, algun+s piensan que ha perdido la cordura, gritan, tratan de sacarlo de su estado catatónico. A la quinta hora sin respuesta, el decano decide llamar a un taxi para que lo lleve con premura a un centro psiquiátrico. Entre varios lo cogen en peso y lo meten en el coche. Él se mantiene totalmente rígido, como una estatua. En cuanto el taxi arranca, Romero le pide al conductor, con suma amabilidad, que cambie de dirección y lo lleve a casa, asegurando que él se encuentra perfectamente. Esta experiencia refleja las maneras en las que Romero desestructura la percepción común, retando los patrones sociales y llevando al límite la incomodidad de lo inesperado.

En esta época, dedica tardes enteras a preparar sus looks. Un saco de correos lo convierte en falda. Cose una cuerda enrollada sobre sus prendas blancas. Usa cables eléctricos en lugar de cinturones. Una vez, se atavía con un mallot azul eléctrico y una bandera rojigualda como camiseta, para fusionar sobre sí mismo el conflicto entre blaverismo y catalanismo. Al verlo en clase, un profesor le comenta, “parece usted sacado de un cómic”. Esta apreciación incide en el humor paradójico que más le interesa, creando situaciones insólitas sin explicación. Sus acciones apenas están documentadas, pues se niega a su registro.

Ya como docente de la facultad, es invitado a dar una charla y un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP, Santander), del 13 al 17 de septiembre de 1999. Aterriza en Santander con unas altísimas plataformas negras y rojas con caras de demonio, una cazadora sintética de leopardo, unos pantalones de camuflaje, y una camisa y un sombrero rojos. Al llegar a la universidad, se encuentra con una intensa formalidad, las jornadas se inauguran con una conferencia de José Antonio Marina y la presencia de José María Aznar. Pese al contraste, Romero se pasea con marcada alegría.

Durante los años de enseñanza, es habitual que Romero llame la atención por su elegancia y la mezcla de cortes y formas, de estampados y colores, de estilos y géneros. En diciembre de 2017, en los actos de entrega que de las Medallas de San Carlos en la Facultad de Bellas Artes, se dirige al estrado junto a Salomé Cuesta, directora del Departamento de Escultura, para entregar un premio al Gremio Artesano de Artistas Falleros. En esta ocasión, Romero viste con guantes negros, una chaqueta de pata de gallo, un vestido cóctel, medias oscuras y zapatos de tacón bajo de color negro. Se acerca al micrófono y declara:

En primer lugar y a modo de introducción, quería señalar mi absoluta oposición a la jerarquía entre los géneros, mi atuendo no tiene nada que ver con el travestismo sino con mi desacuerdo con las normas impuestas por una sociedad heteronormativa basada en unas reglas y en un lenguaje que enmascaran una férrea jerarquía machista. / La elegancia siempre está asociada a clichés y a prejuicios. Nuestra apariencia sigue sus pautas y frente a ello, declaro estar totalmente en contra de esa cruel identidad que tantos desastres ha provocado (Romero, 2020).

 

Romero, Pepe (2020). S.t. España: Facebook. Recuperado de https://www.facebook.com/photo/?fbid=117205006854043&set=a.111219577452586&locale=es_ES (consultado el 20 de junio de 2024).


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Archivo Queer de Artistas Visuales. València, 1975-2024.
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