¿Por qué, históricamente, ha costado tanto hablar de la sexualidad del ser humano y no se ha tenido inconveniente en examinar pormenorizadamente las flores y su reproducción? Esta es la premisa con la que O.R.G.I.A emprende este proyecto multidisciplinar que se fija en las flores para realizar un complejo análisis sobre la ciencia y su limitado enfoque. Bajo el prisma de objetividad y verdad, la ciencia ha ocultado una amalgama de imposiciones y violencias sobre los cuerpos. La razón, gran heredera de la Ilustración, es un sistema autoritario, ético y estético de un conocimiento masculino y heterocentrado. La ilustración científica ha sido uno de los dispositivos con los que ha trabajado, con el propósito de dibujar especímenes. En este sentido, no se dibuja una lavanda, se dibuja la lavanda. Toda lavanda queda reflejada en el dibujo. Esto explica el uso de la ilustración hecha a mano frente al medio mecánico de la fotografía. Porque como bien apunta O.R.G.I.A, ¿es la fotografía una ciencia exacta privada de subjetividad? A su vez, ¿está privada la ilustración de esta subjetividad? El hecho de diseccionar detalladamente un elemento botánico como la flor, con sus órganos sexuales, es un acto pornográfico. La pornografía surge en el s. XVIII como monotema por y para el hombre, por y para el heteropatriarcado. El colectivo lo define como un régimen de representaciones de la genitalidad moderna, un dispositivo que regla e instruye sobre cuestiones sexogenéricas, produciendo una normatividad, una normalización del sexo y del género desde una óptica binaria, reduccionista y limitante. En este marco, ¿dónde quedan las disidencias? No hay espacio para l+s otr+s, para lo inclasificable, aquello para lo que aún no existen términos que reflejan y designan, para aquello que aún está por ser.
Precisamente O.R.G.I.A se alimenta de este espíritu para reinventar el jardín y crear nuevos significantes, nuevas realidades. El jardín ha sido el espacio en el que se ha desenvuelto el amor cortés. Pero no olvidemos que también ha sido el lugar en el que, amparados por la "invisibilidad" que favorece la oscuridad de la noche y los recovecos de la floresta, se han dado cita prácticas sexuales subversivas. De ahí que O.R.G.I.A diseñe 12 nuevas flores. Flores híbridas, raras, torcidas, improbables. Ensayando una botánica plurisexual que trabaja con una iconografía de los órganos reproductivos en una serie de perversiones y desplazamientos. Estas flores se presentan repletas de labios, pechos, dedos, anos, pezones, úteros, nalgas. Una nueva corporalidad de la feminidad en un jardín queerizado. Un jardín que es el terreno de la micro-política. Un juego visual y conceptual con el que las artistas se dirigen a la construcción que ha hecho el patriarcado de la mujer-bicha. Porque respondiendo a esta lógica binaria de lo heterocentrado, las mujeres sólo han tenido dos opciones, o ser putas o ser santas. Un aparato de control que ha observado desde la monstruosidad la independencia y la insurrección femenina.
Estos dibujos de plantas, realizados desde la libertad y la provocación, vienen acompañados de una serie de audios que recogen todas estas consideraciones que ahondan en la figura de la mujer monstrua, articulando un discurso con interrupciones, onomatopeyas, reiteraciones que oscilan entre una manera de proceder bastarda y la ocurrencia más afilada. Además, O.R.G.I.A les concede nombres hilarantes y divertidos, corrompiendo con descaro el latín y las ideas que se asocian al conocimiento occidental. Estos audios se presentan en acciones que el colectivo controla de distintas formas, cambiando en cada ocasión, modulando las frecuencias en un happening sonoro. En 2013 el proyecto adopta forma expositiva en Poéticas o prácticas ecofeministas... o cómo salirse del guión, en el Centro Cultural de España en Ciudad de México, comisariada por Belén Romero y Annie Sprinkle & Elisabeth Stevens.
En https://www.orgiaprojects.org/flori-cultura-subversiva/ (consultado el 1 de marzo de 2024).
¿Por qué, históricamente, ha costado tanto hablar de la sexualidad del ser humano y no se ha tenido inconveniente en examinar pormenorizadamente las flores y su reproducción? Esta es la premisa con la que O.R.G.I.A emprende este proyecto multidisciplinar que se fija en las flores para realizar un complejo análisis sobre la ciencia y su limitado enfoque. Bajo el prisma de objetividad y verdad, la ciencia ha ocultado una amalgama de imposiciones y violencias sobre los cuerpos. La razón, gran heredera de la Ilustración, es un sistema autoritario, ético y estético de un conocimiento masculino y heterocentrado. La ilustración científica ha sido uno de los dispositivos con los que ha trabajado, con el propósito de dibujar especímenes. En este sentido, no se dibuja una lavanda, se dibuja la lavanda. Toda lavanda queda reflejada en el dibujo. Esto explica el uso de la ilustración hecha a mano frente al medio mecánico de la fotografía. Porque como bien apunta O.R.G.I.A, ¿es la fotografía una ciencia exacta privada de subjetividad? A su vez, ¿está privada la ilustración de esta subjetividad? El hecho de diseccionar detalladamente un elemento botánico como la flor, con sus órganos sexuales, es un acto pornográfico. La pornografía surge en el s. XVIII como monotema por y para el hombre, por y para el heteropatriarcado. El colectivo lo define como un régimen de representaciones de la genitalidad moderna, un dispositivo que regla e instruye sobre cuestiones sexogenéricas, produciendo una normatividad, una normalización del sexo y del género desde una óptica binaria, reduccionista y limitante. En este marco, ¿dónde quedan las disidencias? No hay espacio para l+s otr+s, para lo inclasificable, aquello para lo que aún no existen términos que reflejan y designan, para aquello que aún está por ser.
Precisamente O.R.G.I.A se alimenta de este espíritu para reinventar el jardín y crear nuevos significantes, nuevas realidades. El jardín ha sido el espacio en el que se ha desenvuelto el amor cortés. Pero no olvidemos que también ha sido el lugar en el que, amparados por la "invisibilidad" que favorece la oscuridad de la noche y los recovecos de la floresta, se han dado cita prácticas sexuales subversivas. De ahí que O.R.G.I.A diseñe 12 nuevas flores. Flores híbridas, raras, torcidas, improbables. Ensayando una botánica plurisexual que trabaja con una iconografía de los órganos reproductivos en una serie de perversiones y desplazamientos. Estas flores se presentan repletas de labios, pechos, dedos, anos, pezones, úteros, nalgas. Una nueva corporalidad de la feminidad en un jardín queerizado. Un jardín que es el terreno de la micro-política. Un juego visual y conceptual con el que las artistas se dirigen a la construcción que ha hecho el patriarcado de la mujer-bicha. Porque respondiendo a esta lógica binaria de lo heterocentrado, las mujeres sólo han tenido dos opciones, o ser putas o ser santas. Un aparato de control que ha observado desde la monstruosidad la independencia y la insurrección femenina.
Estos dibujos de plantas, realizados desde la libertad y la provocación, vienen acompañados de una serie de audios que recogen todas estas consideraciones que ahondan en la figura de la mujer monstrua, articulando un discurso con interrupciones, onomatopeyas, reiteraciones que oscilan entre una manera de proceder bastarda y la ocurrencia más afilada. Además, O.R.G.I.A les concede nombres hilarantes y divertidos, corrompiendo con descaro el latín y las ideas que se asocian al conocimiento occidental. Estos audios se presentan en acciones que el colectivo controla de distintas formas, cambiando en cada ocasión, modulando las frecuencias en un happening sonoro. En 2013 el proyecto adopta forma expositiva en Poéticas o prácticas ecofeministas... o cómo salirse del guión, en el Centro Cultural de España en Ciudad de México, comisariada por Belén Romero y Annie Sprinkle & Elisabeth Stevens.
En https://www.orgiaprojects.org/flori-cultura-subversiva/ (consultado el 1 de marzo de 2024).










