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Confluvium Benidormense

2011

2011

La exposición en la Galería Kessler Battaglia se concibe como una instalación en su conjunto. Dibujos de gran formato en blanco y negro están fragmentados en piezas de menor tamaño. En la sala observamos unas hamacas recogidas (en dos puntos de vista, frontal y lateral), un muro, unas escaleras. Dos dibujos pequeños nos sitúan: la caseta del vigilante y la montaña de la isla de Benidorm. No hay personajes. Tampoco tenemos indicadores que nos señalen qué hora es. Podría ser un atardecer o un amanecer. Un instante ubicado entre los usos post- o pre- de la playa, como si con este silencio nos hablase de un tiempo detenido, tenso, lleno de nostalgia y melancolía. La resolución de los dibujos a grafito sobre papel de acuarela es tan detallada y nítida, que da la sensación de estar frente a un objeto tridimensional. Aquí es donde se manifiesta la capacidad de trampantojo de la imagen, su técnica y su perspectiva. Daniel Tejero se vale de esta estrategia para conseguir dos aspectos. En primer lugar, le interesa ubicarnos en un espacio envolvente, para que nos creamos que nos encontramos en él a través de una anotación sobredimensionada que constantemente, a través del uso de un papel de dimensiones abarcables, nos recuerda la escala humana (en la contemplación y en el hacer). Y en segundo lugar nos quiere conducir al terreno de la ilustración científica. Este último aspecto también se percibe en los títulos en latín, como dirigiendo el conocimiento que las imágenes nos ofrece hacia un saber objetivo e incuestionable. Nombra lo innombrable usando el mismo código de las cosas que se pueden nombrar. Con esta nueva nomenclatura, pretende construir una clasificación del mundo sexoafectivo entre hombres.

Este territorio, la playa de Benidorm, en cuanto cae la noche es habitual que se convierta en una zona de cruising. Esta práctica transforma el paseo y la playa en un nuevo espacio, resignificado, con un carácter transitorio, discontinuo, que se solapa con el uso que recibe durante el día. Los únicos objetos escultóricos que hay en la sala son unos preservativos, aparentemente usados, hechos de bronce y plomo, como testimonios que no sólo señalan este otro uso (el cruising), sino que hablan de una invariabilidad perenne (la playa como lugar de encuentros nocturnos). Es esta una retórica del exceso que conduce la idea de lo pornográfico. Esta idea se subraya con la representación de la caseta del vigilante (Docmuncula Benidormensis Adiutoris), un icono del porno playero norteamericano. Aquí el porno, como apunta Baudrillard, consiste en una hiperrealidad obscena, como exceso de realidad que nos conduce a un vouyerismo no de escenas sexuales sino de la mera representación. De ahí que Daniel Tejero reconstruya la totalidad por partes, valiéndose de una mirada pornográfica que favorece los planos cerrados.

No puede obviarse que hay pautas sociales (culturales) con respecto al sexo, al género, a la clase, a la nacionalidad, a la raza o a la orientación sexual. Y éstas conllevan una legitimación/exclusión de la ocupación del espacio y por lo tanto de su definición. (Sentamans, 2013, p. 21).

 

Podríamos decir entonces que la pieza en general habla del momento después de la eyaculación en una zona de cruising, cuando la mirada se levanta y se contempla, con cierta nostalgia, el paisaje donde ha tenido lugar la petit mort.

Sentamans, Tatiana. (2013). Confluvium Benidormense. Trampantojo, porno e ilustración científica. En Tatiana Sentamans y Daniel Tejero (Eds.), Confluvium Benidormense. Daniel Tejero (pp. 20-25). Valencia, España: Pasionporloslibro.


La exposición en la Galería Kessler Battaglia se concibe como una instalación en su conjunto. Dibujos de gran formato en blanco y negro están fragmentados en piezas de menor tamaño. En la sala observamos unas hamacas recogidas (en dos puntos de vista, frontal y lateral), un muro, unas escaleras. Dos dibujos pequeños nos sitúan: la caseta del vigilante y la montaña de la isla de Benidorm. No hay personajes. Tampoco tenemos indicadores que nos señalen qué hora es. Podría ser un atardecer o un amanecer. Un instante ubicado entre los usos post- o pre- de la playa, como si con este silencio nos hablase de un tiempo detenido, tenso, lleno de nostalgia y melancolía. La resolución de los dibujos a grafito sobre papel de acuarela es tan detallada y nítida, que da la sensación de estar frente a un objeto tridimensional. Aquí es donde se manifiesta la capacidad de trampantojo de la imagen, su técnica y su perspectiva. Daniel Tejero se vale de esta estrategia para conseguir dos aspectos. En primer lugar, le interesa ubicarnos en un espacio envolvente, para que nos creamos que nos encontramos en él a través de una anotación sobredimensionada que constantemente, a través del uso de un papel de dimensiones abarcables, nos recuerda la escala humana (en la contemplación y en el hacer). Y en segundo lugar nos quiere conducir al terreno de la ilustración científica. Este último aspecto también se percibe en los títulos en latín, como dirigiendo el conocimiento que las imágenes nos ofrece hacia un saber objetivo e incuestionable. Nombra lo innombrable usando el mismo código de las cosas que se pueden nombrar. Con esta nueva nomenclatura, pretende construir una clasificación del mundo sexoafectivo entre hombres.

Este territorio, la playa de Benidorm, en cuanto cae la noche es habitual que se convierta en una zona de cruising. Esta práctica transforma el paseo y la playa en un nuevo espacio, resignificado, con un carácter transitorio, discontinuo, que se solapa con el uso que recibe durante el día. Los únicos objetos escultóricos que hay en la sala son unos preservativos, aparentemente usados, hechos de bronce y plomo, como testimonios que no sólo señalan este otro uso (el cruising), sino que hablan de una invariabilidad perenne (la playa como lugar de encuentros nocturnos). Es esta una retórica del exceso que conduce la idea de lo pornográfico. Esta idea se subraya con la representación de la caseta del vigilante (Docmuncula Benidormensis Adiutoris), un icono del porno playero norteamericano. Aquí el porno, como apunta Baudrillard, consiste en una hiperrealidad obscena, como exceso de realidad que nos conduce a un vouyerismo no de escenas sexuales sino de la mera representación. De ahí que Daniel Tejero reconstruya la totalidad por partes, valiéndose de una mirada pornográfica que favorece los planos cerrados.

No puede obviarse que hay pautas sociales (culturales) con respecto al sexo, al género, a la clase, a la nacionalidad, a la raza o a la orientación sexual. Y éstas conllevan una legitimación/exclusión de la ocupación del espacio y por lo tanto de su definición. (Sentamans, 2013, p. 21).

 

Podríamos decir entonces que la pieza en general habla del momento después de la eyaculación en una zona de cruising, cuando la mirada se levanta y se contempla, con cierta nostalgia, el paisaje donde ha tenido lugar la petit mort.

Sentamans, Tatiana. (2013). Confluvium Benidormense. Trampantojo, porno e ilustración científica. En Tatiana Sentamans y Daniel Tejero (Eds.), Confluvium Benidormense. Daniel Tejero (pp. 20-25). Valencia, España: Pasionporloslibro.


Domuncula Benidormensis Adiutoris
2013
Grafito sobre papel, 117x85 cm.
Insula Benidormensis
2013
Grafito sobre papel, dimensiones variables.
Praeservativa Benidormensia
2012-2013
Vaciado en metal, edición limitada de 3 (bronce) / edición limitada de 3(plomo).
Lectuli Litorales Benidormenses II
2012
Grafito sobre papel, 130x230 cm.
Lectuli Litorales Benidormenses I
2012
Grafito sobre papel, 130 x 170 cm.
Confluvium Benidormense II
2011
Grafito sobre papel, 305x115 cm.
Archivo Queer de Artistas Visuales. València, 1975-2024.
joaquín artime