Una serie de imágenes muestra el mismo rostro blanco. Los únicos puntos de color se encuentran en los labios, de un poderoso magenta perfilado en negro, y en las pestañas postizas, de un profundo azul petróleo. En ocasiones, el rostro se asoma de forma tímida; en otras, se estampa directamente sobre la superficie, dejando un rastro de huellas, vaho y manchas. A veces, las manos se apoyan para enmarcar la cara, cerrando la identidad, dándole un sustento provisional. Las imágenes están deformadas por un barrido, evidenciando que se han construido por partes. El yo se distorsiona en una fantasmagoría inquietante, con límites poco nítidos, poco sólidos.
Interesado en la inmediatez y la performatividad, Munyoz se afana en conseguir un autorretrato directo, con recursos mínimos. Literalmente se escanea el rostro contra el cristal. La imagen resultante es precaria, inestable. Apenas la retoca, salvo para desaturar los tonos de su piel. Con esta sencillez, busca capturar todo aquello que se escapa de la norma cisheterosexual, para que el error emerja como un espacio capaz de quebrar el binarismo.
Una serie de imágenes muestra el mismo rostro blanco. Los únicos puntos de color se encuentran en los labios, de un poderoso magenta perfilado en negro, y en las pestañas postizas, de un profundo azul petróleo. En ocasiones, el rostro se asoma de forma tímida; en otras, se estampa directamente sobre la superficie, dejando un rastro de huellas, vaho y manchas. A veces, las manos se apoyan para enmarcar la cara, cerrando la identidad, dándole un sustento provisional. Las imágenes están deformadas por un barrido, evidenciando que se han construido por partes. El yo se distorsiona en una fantasmagoría inquietante, con límites poco nítidos, poco sólidos.
Interesado en la inmediatez y la performatividad, Munyoz se afana en conseguir un autorretrato directo, con recursos mínimos. Literalmente se escanea el rostro contra el cristal. La imagen resultante es precaria, inestable. Apenas la retoca, salvo para desaturar los tonos de su piel. Con esta sencillez, busca capturar todo aquello que se escapa de la norma cisheterosexual, para que el error emerja como un espacio capaz de quebrar el binarismo.






