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Junyir

2022

2022

Primera parte de Utopies agrocuir, proyecto que fabula sobre el mundo rural. Imaginemos por un momento que lo rural es un territorio deseable para el colectivo LGTBIAQ+, lejos del bullicio y la hostilidad de la urbe; justo al contrario de las lógicas actuales, donde las identidades queer acuden a las ciudades buscando un terreno en el cual desarrollarse. ¿Qué ocurriría si el espacio kuir de referencia fuese el campo, su calma y su naturaleza, y ya no hubiese que desplazarse a megacentros urbanos, renunciar a lo natural? ¿Cómo sería el folklore de este nuevo pueblo? ¿Cómo serían sus herramientas?

En la instalación Junyir, un vídeo se proyecta sobre un arado intervenido. El arado, recuperado de la casa familiar, pertenece a los bisabuelos de l+ artist+. Con ello hace referencia a su genealogía particular para activar este objeto en desuso, asentando un diálogo entre el pasado de sus ancestros y el ahora parental. Además, como herramienta agraria, el arado le permite remover, metafóricamente, los sedimentos de la fuerza de trabajo, de la productividad, del capitalismo, del deseo, del consentimiento y de los vínculos entre distintas formas de vida. Manipula el instrumento, erotizándolo, convirtiéndolo en un dispositivo para el placer BDSM. Le añade abalorios, stickers, purpurina, en una estética glam totalmente disfuncional. También, un arnés al que poder enganchar una manguera (en la entrepierna) u hortalizas (para ser utilizadas como dildos). La empleabilidad de la pieza, como fuerza de trabajo, se mezcla con el deseo. Esta es una manera de hackear lo productivo. Si el trabajo se ha vinculado con el terreno de la masculinidad hegemónica, donde no hay relaciones afectivas con los objetos utilitarios, ¿cómo conseguir esa relación afectiva con el objeto? ¿Cómo hacerlo tuyo? Customizándolo, dinamitando la separación entre tiempo de trabajo y tiempo de deseo, generando otros vínculos y otras maneras de vivir y de estar.

El vídeo, realizado en colaboración con Aimar Morales, muestra de forma fragmentada un día de trabajo en el campo. La jornada laboral se combina con acciones cotidianas, como tomarse el café o practicar sexo. Así nos remite al cuerpo, a la subjetividad, al deseo y al placer sexual, incidiendo en los enlaces que se establecen entre sujetos y con el entorno agrario.

Todo ello se cuenta con una temporalidad queer. Este concepto, defendido por Elizabeth Freeman, cuestiona nuestras maneras de relacionarnos normativamente con la sustancia tiempo. Freeman comprende que en contra de la historia marxista y psicoanalítica del trauma y la melancolía hemos de emplear una temporalidad que se sirve del cuerpo y del afecto para operar en el pasado como un lugar utópico que aleja nuestro presente de la heteronormatividad y su reproductividad.

Dado que l+s intérpretes ceden imágenes con un alto grado de exposición, entre el deseo y el trabajo, Gimeno Bardis trata de ser lo más cuidados+ posible, poniendo el consentimiento en el centro. Por ello, tod+s l+s implicad+s firman un contrato de conformidad. Este contrato cierra los elementos que componen la instalación.

Para Gimeno Bardis los cuidados son fundamentales. Por eso, esta pieza la podemos entender como una red de afectos, como una colectividad que hace en común.


Primera parte de Utopies agrocuir, proyecto que fabula sobre el mundo rural. Imaginemos por un momento que lo rural es un territorio deseable para el colectivo LGTBIAQ+, lejos del bullicio y la hostilidad de la urbe; justo al contrario de las lógicas actuales, donde las identidades queer acuden a las ciudades buscando un terreno en el cual desarrollarse. ¿Qué ocurriría si el espacio kuir de referencia fuese el campo, su calma y su naturaleza, y ya no hubiese que desplazarse a megacentros urbanos, renunciar a lo natural? ¿Cómo sería el folklore de este nuevo pueblo? ¿Cómo serían sus herramientas?

En la instalación Junyir, un vídeo se proyecta sobre un arado intervenido. El arado, recuperado de la casa familiar, pertenece a los bisabuelos de l+ artist+. Con ello hace referencia a su genealogía particular para activar este objeto en desuso, asentando un diálogo entre el pasado de sus ancestros y el ahora parental. Además, como herramienta agraria, el arado le permite remover, metafóricamente, los sedimentos de la fuerza de trabajo, de la productividad, del capitalismo, del deseo, del consentimiento y de los vínculos entre distintas formas de vida. Manipula el instrumento, erotizándolo, convirtiéndolo en un dispositivo para el placer BDSM. Le añade abalorios, stickers, purpurina, en una estética glam totalmente disfuncional. También, un arnés al que poder enganchar una manguera (en la entrepierna) u hortalizas (para ser utilizadas como dildos). La empleabilidad de la pieza, como fuerza de trabajo, se mezcla con el deseo. Esta es una manera de hackear lo productivo. Si el trabajo se ha vinculado con el terreno de la masculinidad hegemónica, donde no hay relaciones afectivas con los objetos utilitarios, ¿cómo conseguir esa relación afectiva con el objeto? ¿Cómo hacerlo tuyo? Customizándolo, dinamitando la separación entre tiempo de trabajo y tiempo de deseo, generando otros vínculos y otras maneras de vivir y de estar.

El vídeo, realizado en colaboración con Aimar Morales, muestra de forma fragmentada un día de trabajo en el campo. La jornada laboral se combina con acciones cotidianas, como tomarse el café o practicar sexo. Así nos remite al cuerpo, a la subjetividad, al deseo y al placer sexual, incidiendo en los enlaces que se establecen entre sujetos y con el entorno agrario.

Todo ello se cuenta con una temporalidad queer. Este concepto, defendido por Elizabeth Freeman, cuestiona nuestras maneras de relacionarnos normativamente con la sustancia tiempo. Freeman comprende que en contra de la historia marxista y psicoanalítica del trauma y la melancolía hemos de emplear una temporalidad que se sirve del cuerpo y del afecto para operar en el pasado como un lugar utópico que aleja nuestro presente de la heteronormatividad y su reproductividad.

Dado que l+s intérpretes ceden imágenes con un alto grado de exposición, entre el deseo y el trabajo, Gimeno Bardis trata de ser lo más cuidados+ posible, poniendo el consentimiento en el centro. Por ello, tod+s l+s implicad+s firman un contrato de conformidad. Este contrato cierra los elementos que componen la instalación.

Para Gimeno Bardis los cuidados son fundamentales. Por eso, esta pieza la podemos entender como una red de afectos, como una colectividad que hace en común.


Junyir
2022
Instalación con videoproyección, 7' 17", y arado intervenido.
Archivo Queer de Artistas Visuales. València, 1975-2024.
joaquín artime